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El Dolor

 

Hace algunos años vengo acompañando a personas que deciden comenzar terapia motivados por una causa: no sentir más dolor. Dependiendo cual sea nuestro punto de partida te puedo mencionar varias definiciones. Pero para comenzar dejame explicarte que ocurre a un nivel físico. El dolor tiene relación con una falla en los sistemas internos relacionados con la analgesia, aquella que por si sola regula tu organismo. Hay dos elementos que conforman la definición de dolor, una experiencia sensorial y otra emocional, que genera malestar y se asocia a un daño potencial o real.

Ahora bien, por ahí se habla mucho de umbral de dolor, esto nos da una dimensión más para pensar en los aspectos emocionales, conductuales y sociales con que cuenta una persona para afrontar su experiencia dolorosa.

Pero hilando más fino hay algo que se repite en varias personas que viven con dolor crónico, como aquello que Freud nos hablaba de la compulsión a la repetición, repetimos con la intención de entender, de sanar. Nuestro cuerpo repite una y otro vez cierto dolor para que logremos entender aquello que se nos escapa de otro modo. Y muchas veces el dolor por si mismo no logra ser una señal de alerta, aun corremos, aun con dolor seguimos frenéticamente. Muchos me dirán a razón de que no hay opción de parar..

Yo creo que sí, siempre hay momento para una pausa. Esta pausa que me invita a pensar en el dolor del alma, aquel que no tuvo más opción que materializarse, dolor que fue acaparando poco a poco áreas de nuestra vida, intentando ser escuchado.

Existe otro aspecto importante cuando hablamos de dolor crónico, que se llama la indefensión aprendida o desesperanza aprendida, esto consiste en aquella convicción que tiene la persona de que pase lo que pase no puede hacer frente a situaciones adversas. “Pase lo que pase el dolor va a estar allí“, „es crónico“, “es para siempre“, “tengo que aprender a convivir con el “Y yo te digo que sí y a la vez que no. Nadie tiene derecho a vivir con dolor, sin embargo el dolor va a estar allí, con la misma intensidad, hasta que decidas escuchar lo que tiene para decirte. Acéptalo, tu cuerpo no está desligado de tus emociones, somos una constitución biopsíquica, y tenemos la capacidad de sanar desde nuestro interior. Tu cuerpo sigue tus creencias y emociones, es muy obediente y sabio.

Escuchalo, escuchate, date ese lugar. Se puede. Te acompaño.

 

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